A Barcelona el dilluns dia 15 de setembre de l'any 1862 va caure tanta aigua que no ho havian vist: "los nacidos, ni sus padres, ni sus abuelos", però va ser un temporal general que va deixar Catalunya sota l'aigua: "El Besos desbordándose, salió de su cauce, é inundando todos los campos ha invadido la via de Mataró. El puente de este rio sufrió muchísimo, puesto que las aguas lo cubieron por algunas horas. Cerca de Masnou también el torrente de las Cañas ha invadido la via. Tocante á la via de Granollers, el Bogatell ha vuelto á destruir el terraplén. La riera de RipoIlet ha socabado alguna pila. El puente llamado de San Jaime en Breda destruido. La estación de Martorell, averiada de consideración: rails arrancados, terraplenos destrozados, etc. etc". (...) "cuéntase que en el vecino barrio de Hostafranchs y sus cercanías, fueron aun mayores los desastres. Varios carreteros seencontraron en gravisimos apuros, puesto que atascados en un principio sus carros y mulas y caballos, fueron luego varios de estos últimos arrastrados por las aguas, ahogándose de cuatro á seis. Los conductores pudieron salvarse". A Reus, uns dies abans, la tormenta: "causó un verdadero pánico entre los vecinos". Però a altres indrets d'Espanya també es va produir el mateix desori el dia 15. A Bilbao "ha diluviado" i el riu Nervión va sortir de mare. La provincia de Santander: "ha sufrido horrorosamente con los temporales que tantos destrozos han causado en otras provincias del Norte (...) las aguas habian inundado varios puntos de la capital, subiendo en algunos de ellos hasta seis pies. (...) El puente de Ranedo ha sido arrastrado por las aguas".

Barcelona inundada
Seguirem les cròniques dels que ho varen viure i patir.
"Son las doce de la mañana [del dia 15 de setembre] y vadeando con agua hasta la rodilla algunas de las calles menos inundadas de la capital, hemos podido Ilegar hasta la redaccion. El espectáculo que ha presentado Barcelona desde las nueve y media de la mañana, es horrorosísimo. No lo habían visto los nacidos, ni sus padres, ni sus abuelos, ni lo recuerda la historia de la ciudad condal. Estaba reservado para nosotros. (...)
Barcelona ha estado á punto de desaparecer del mapa: no exageramos. Entre el fango se esconden ya las fortunas de muchos industriales. A trazar, siquiera pálidamente, de tan inmensa catástrofe, la pequeña parte de que hemos sido testigos presenciales, no alcanza nuestro ánimo atribulado. Eran las diez y aumentó la lluvia copiosamente: desbordada la riera de Malla y cuantas á ella afluyen, pudieron arrojar sus aguas á Barcelona entrando por la Rambla. No era aquello un rio caudaloso, era un brazo de mar con toda la furia de sus encrespadas olas. Los sótanos viéronse instantáneamente invadidos; las tiendas luego, y hasta algunos pisos muy enseguida.
No citaremos esta ni la otra calle: desde la de Aviñó por la parte de la Rambla hasta las inmediatas á los ex fosos de la muralla de tierra, la mitad de la población, todas sufrieron lo mismo: caudalosos torrentes eran las mas. Basta decir que las avenidas arrastraban mesas, cajas, tablas, e infinidad de objetos. En la riera del Pino hemos visto a muchas personas salir nadando de sus casas, cuando el agua les llegaba al cuello. Los tablones y vigas que estaban en depósito en las afueras de la ex-puerta de Isabel II han desaparecido; yendo a parar arrastradas por el agua en mitad de nuestras calles: habíalas de las mayores en frente del Liceo. Aceras de asfalto en la Rambla de Estudios no han quedado: han ido a parar a trozos á distancias considerables. Carros tumbados, los vimos en medio de varias calles; habiendo sido trasportados por las corrientes á largas distancias.
Hora y medía después de haber cesado la lluvia, tenían las calles del Hospital, San Pablo y demás paralelas, una vara de agua. Como estarían las inmediatas, pueden figurárselo nuestros lectores. En las tiendas flotaban los objetos: puesto que hasta los estantes se vieron inundados. Algunos establecimientos vimos situados en las esquinas que recibían un río por una puerta, dándole salida por la otra. De las mesas de los puestos de venta de la Rambla, barracones etc. etc. etc., han desaparecido muchas. (...) En cuanto a desgracias personales, sabemos tan solo de dos hombres que sorprendidos en unos sótanos de la plaza de San José, se han ahogado".

Lorenzo Pujol escriu: "Ayer ha sido un día de luto para Barcelona. La primera capital de España se ha visto inundada por torrentes de fangosa agua, cual si fuera un pobre y desvalido lugarejo que no tiene fuerzas para protegerse contra los aluviones del río que la inunda. (...) A consecuencia de la copiosa lluvia de esta pasada noche, la que parece haber sido bastante general, y del chaparrón de esta mañana, los torrentes de Malla y acequia Bogatell, se han roto en algunas partes, comenzando á inundar la ciudad. Al mismo tiempo fluian á ella, en numerosas vertientes, por las abiertas calles del ensanche, las citadas aguas, juntándose a las que venían en diversas masas, por los caminos que van á las montañas; caminos que, en las grandes lluvias, se convierten en rios, cuyo desembocadero son las calles de la ciudad.
Desde la puerta de Sta. Madrona, calles de San Pablo, Hospital, Carmen, Rambla de Isabel II y adyacentes, plaza de Sta. Ana, calles Condal, Junqueras y demás, hasta terminar á la de Bora del Rech y al Born, se estendia el agua; répidas corrientes que, por minutos, crecían, arrastrando con sus fangosas olas las pitas y maderos de las montañas vecinas, inundando subterráneos, bajos recintos, y tiendas y almacenes; esparciendo dolor, desastres y terrores.
A la vez dos grandes corrientes, venian con furioso impetu, estendiéndose á lo largo de la acera de la casa de Correos, llegando hasta el parque de Ingenieros y Atarazanas. Volumioso caudal de aguas, después de haber arrastrado muchas mesas de frutas de la Rambla de San José, se precipitaba con inaudita furia en las vertientes que forma el crucero de calles de la Boqueria y Riera del Pino, por un lado, y del Hospital y San Pablo por el otro, y seguía inundando la calle de Fernando, Plaza Real y Escudillers. Era tan fuerte la corriente, que una muger que ha atravesado el espacio que media entre las dos aceras á la entrada de la calle del Hospital, ha sido vencida por la fuerza del agua, y hubiera perecido, sin el pronto socorro de unos jornaleros, que la han salvado, con una actividad digna de encomío.
Rota la acequia del Bogatell, inundaba todas las huertas del Fuerte Pio, y en furiosas oleadas se precipitaba por las calles de Tantarantana, Princesa y Bora del Rech, destruyendo en esta última última azúcares, drogas y otros efectos coloniales y del país, de crecido valor. Estos son los tristes hechos que han sucedido ayer causando grandísimas pérdidas, y de tanta importancia que constituyen para Barcelona un desastre".
Lorenzo Pujol explica que això es podria arreglar construïnt el "canal de Circunvalación" ja previst, per tal de desviar les rieres fora de nuclis habitats, però que la manca d'interès i recursos va aplaçant l'obra.
La narració d'Andersen
Tenim la interessant narració que el conegut escriptor danès Hans Christian Andersen va fer d'aquest esdeveniment perquè havia acabat d'arribar a Barcelona i va patir el temporal:
"Un dels darrers dies que vaig passar a Barcelona va ploure intensament tota la nit, i el matí va succeir que havia d'anar a casa d'un banquer. L'aigua no s'havia escampat prou i la tenia sobre les meves botes d'aigua. Vaig arribar a casa completament xop, i mentre m'estava canviant la roba em varen informar que la inundació havia arribat a la Rambla, i que anava en augment. Hi havia crits i gent corrent apressada. Vaig veure des del nostre balcó munts de grava i runes situats davant dels hotels, i que a banda i banda dels passejos més elevats fluïa un corrent d'un color cafè groguenc, i que per la part pavimentada de la Rambla baixava amb brogit un corrent en augment. Vaig fer via. La pluja gairebé havia acabat, però els seus efectes desastrosos s'incrementaven. I vaig poder observar l'espectacle terrible i temible del poder de l'aigua.
Des dels turons la pluja caiguda s'havia convertit en aquests torrents, i el llagrimeig dels rierols de muntanya aviat havia inflat el riu que corre paral•lel a la carretera i el ferrocarril. En els primers moments la inundació no arribava al mar però la ràbia de l'aigua va forçar un passatge: s'abocava pel que abans havia estat el fossat de Barcelona, i que després han omplert amb escombraries i pedres per tal de construir-hi a sobre, ja que la ciutat havia de ser ampliada. Aquí l'eixida tampoc no donava l'abast i l'aigua amb empenta travessava per sobre, pujava i pujava i no l'aturava cap obstacles. El ferrocarril aviat va estar sota l'aigua i la carretera enterrada sota el diluvi aclaparador. Les tanques varen ser destruïdes, i els arbres i les plantes desarrelades per les aigües impetuoses, que es varen precipitar a través de la porta de la ciutat, escumejant com la bassa d'un molí, de color groc fosc per ambdós costats del passeig. La inundació se'n va endur barraques de fusta, mercaderies, barrils, carros, tot el que va trobar al seu camí. I suraven carabasses, taronges, taules i bancs. Fins i tot la ràpida corrent va portar a una distància considerable un vagó ple de porcellana i pisa.
A les botigues l'aigua va pujar fins gairebé a la cintura de les persones. Gent amb força va col•locar cordes des de les botigues als arbres, en les parts més altes de la Rambla, per tal que les dones s'hi podessin agafar mentre que travessaven el torrent. Vaig veure una dona que se la va endur l'aigua, però dos joves varen córrer a salvar-la i la van portar de tornada a terra ferma en un estat d'insensibilitat. Hi va haver crits i laments, i escenes similars van tenir lloc en els estrets carrers adjacents. La inundació es va obrir camí, corrent per sobre de tot, sorgint en altes onades i inundant els pisos inferiors de les cases.
Es varen posar obstacles, es varen tancar les portes per tractar de mantenir fora l'aigua, però no sempre amb èxit. Es va treure una part de la pedra de sota el pont per aconseguir que així l'aigua trobés una sortida, amb pocs resultats, cosa que de fet es va convertir en la causa de grans mals. M'han explicat després que diverses persones se les va endu aquest remolí, i es varen perdre en les profunditats. Mai no havia vist el gran poder de l'aigua d'una manera tant clara i paorosa, era realment terrible. No hi havia res per observar, només la gent fugint de la inundació que creixia, res a escoltar, només els gemecs i els laments. Els balcons i les teulades es van omplir d'éssers humans. Als carrers, els arbres i les casetes navegaven enllà. Els policies eren molt ocupats en tractar de mantenir l'ordre. Finalment la inundació semblava estar afluixant,i es va comentar que a l'església de la Rambla els sacerdots, amb l'aigua a la cintura, cantaven missa.
Al cap d'una hora, aproximadament, la fúria del torrent va afluixar i l'aigua va disminuir. La gent anava pels carrers laterals per veure les destroces. Els vaig seguir a través d'un fang espès de color groc, que era molt relliscós. L'aigua queia de les finestres i les portes, jo anava brut i feia una olor terrible. Per fi vaig arribar a la residència del Dr. Schierbeck que estava a certa distància: ell no tenia coneixement de la inundació que acabava de tenir lloc. Al llarg dels molts anys que feia que residia a Barcelona la pluja sovint havia provocat que els rierols de muntanya i el riu es desbordessin, però mai en la mesura del torrent impetuós que ara havia ocasionat tant de mal i tant desconsol. En haver de desfer el camí pels carrers, ens va fer fàstic el fang brut que l'aigua havia deixat, i que s'assemblava a les escombraries repugnants de les clavegueres. A la Rambla hi havien escampades cabines bolcades, taules, vehicles i carros.
A la part exterior de la porta l'obra de destrucció era encara més notable. La carretera era tallada en molts llocs, les aigües passaven avall, i formaven cascada darrera cascada. Els carruatges amb gent del país eren parats en fila, i els passatgers obligats a sortir sí desitjaven entrar a la ciutat. Grans bigues de fusta d'un entramat de pati de veïns estaven escampades al voltant, com projectades per algun personatge danyós invisible, jugant a un joc d'atzar. Passant al llarg de les principals carreteres, grimpant pels arbres caiguts i altres impediments, vàrem poder arribar a l'estació de tren, que semblava l'habitatge d'uns castors, la meitat dins l'aigua i l'altra meitat a terra. Hi havia una mena de llac sota el sostre i per un bon tram l'aigua de color groc amagava les vies metàl•liques del ferrocarril. El nostre retorn va ser tan difícil com havia estat el nostre passeig des de la ciutat. Vam caure en forats i ens vàrem arrossegar sobre la terra mullada. Carreteres i camins eren tallats per nous corrents, vàrem haver de travessar el fang profund, i vàrem arribar a Barcelona ben esquitxats. Abans mai no havia tingut cap idea del poder d'una tal inundació".
***
El 25 de setembre de l'any 1962, cent anys i deu dies després d'aquest aiguat, els rius Llobregat y Besós varen destruir tot el que varen trobar i al llarg de dues hores varen provocar uns mil morts, milers de ferits i una destrucció extraordinària.
Fonts: La Corona (13,15,16/9/1862). La Correspondencia de España (6,19/9/1862). El Lloyd Español (16/9/1862). Hans Christian Andersen. In Spain (London, 1864).